sábado, 21 de enero de 2017

Antes de Nacer

-Seguir aquí ya no tiene caso. Ya lo tenemos todo aquí. Sabemos que va a pasar antes de que ocurra. El infinito no está hecho para mí.

-¿En serio piensas nacer? Sabes que no puedes controlar nada allí. Además todo es al azar, no estás seguro si vas a reencarnar en un humano. Podrías terminar siendo una hormiga y reencarnar infinitamente en cualquier ser insignificante. Es un mundo injusto.

-Ya tengo un recipiente listo, solo tengo que reemplazar su alma. Quiero un poco de incertidumbre en mi existencia.

-No podrás salir de esa realidad y te borraran la memoria. Tendrías que llegar a un nivel de espiritualidad superior para volver.

-En verdad, no sé si trataré de volver. Ya lo decidí, voy a sacar esa alma antes de que dé a luz. Adiós a la cómoda eternidad.

-Bueno, como quieras. Nadie vendrá por ti. Este lugar es el paraíso y lo estás dejando atrás por ir al purgatorio. No sé qué tratas de demostrar.




El ser de energía vagó por el espacio y entró a un agujero negro. Fue succionado tan rápido que se suprimió en la oscuridad eterna. El cuerpo del recién nacido empezó a moverse bruscamente por el alma usurpadora. Lo había logrado, pero no había llegado a la luz. Ahogo, fue lo primero que experimentó. Se estaba ahorcando con su cordón umbilical y mientras más luchaba por zafarse era peor. Ese acercamiento a la muerte produjo que recuperara su consciencia. “¿Qué clase de lugar es este? ¿Me habré equivocado y llegué al infierno por accidente?”, se preguntó. Seguía en la oscuridad y sentía como la vida se apagaba de a pocos. Era como estar en el estómago de un lobo.

Se cortó el espacio, un tajo de luz apareció en lo alto. Unas manos gigantes entraron y sacaron el cuerpo cubierto de sangre y placenta. Le dieron unas palmadas en las nalgas al bebé y empezó a llorar. “Así que esto es la vida”, pensó y todo rastro de su consciencia se esfumó para ser una nueva.


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